jueves, 1 de junio de 2017

Acreditaciones, diplomas... y la increíble historia de la Doctora Zoe D. Katze

La Doctora Zoe D. Katze es una profesional experta en hipnosis. Asi lo acreditan tres asociaciones diferentes de hipnoterapia: The National Guild of Hypnotists, The American Board of Hypnotherapy y The International Meidcal & Dental Hypnotherapy Association. Es miembro de la Asociación de Hipnoterapeutas Profesionales y tiene un doctorado en Consejo Psicológico. Por si fuera poco, en su currículum se incluye un diploma concedido por una asocación de psicoterapia, diploma reservado a “un selecto grupo de profesionales que, en virtud de su amplia formación y pericia, han demostrado sus sobresalientes capacidades en lo que respecta a su especialidad”. No está mal, ¿verdad? Con esas credenciales uno podría sentirse tranquilo a la hora de acudir a la consulta de la Doctora Katze para recibir atención. Se puede decir que todo marcharía bien hasta el momento en que se encontrara cara a cara con esta profesional. Algo desconcertante llamaría su atención: que Zoe D. Katze es, en realidad, una gata.


No, no se trata de una broma: existe (o existió, desconozco si sigue viva la pobre) una gata que obtuvo todos estos títulos. Desde luego, no los consiguió por méritos propios, no se trata de un animal extraordinariamente dotado y con capacidad verbal. El dueño de esta gata quiso comprobar hasta qué punto se pueden comprar acreditaciones y diplomas sin que exista una evaluación fiable de los méritos del profesional. La historia completa se puede leer en una traducción al español del artículo original del artífice de tal engaño, Steve Dubrow, en el siguiente enlace: http://www.grupohipnosiscopcv.es/wordpress/informacion-para-usuarios/profesionales-no-cualificados/el-doctor-zoe/acreditacion-puede-no-ser-el-maullido-del-gato/.

Esta historia pone de manifiesto un problema, todavía vigente, relacionado con la formación, que no solo afecta a la psicología; se trata de algo, desgracidamente, generalizado. La compra-venta de acreditaciones y diplomas existe y resulta preocupante. Una vez más, algunas personas han visto la oportunidad de hacer negocio con la desesperación y la competición entre profesionales. Saben que para optar a un puesto de trabajo decente es necesario engordar el currículum con diferentes aspectos, siendo uno de los más importantes el de la formación.

Como señala Dubrow en su artículo, “la psicoterapia es el salvaje oeste de la acreditación (…) durante los últimos 20 años se ha dado una proliferación de especialidades y <<técnicas>>, algunas válidas, otras un poco dudosas, y, otras, peculiares invenciones de sus creadores. En algunos casos, especialidades como el tratamiento de los traumas, neuropsicología y psicología forense, fueron esencialmente inventadas donde no existía nada antes, debido principalmente a los avances de la ciencia, así como la práctica de la Psicología. Sin embargo, otras más dudosas credenciales se deben posiblemente también a la existencia de algo que conduce a la elaboración de <<certificados de especialistas>>, de <<terapeuta de energía>>, de <<terapeutas de abducciones de extraterrestres>>, o <<terapeuta de regresión a vidas pasadas>>”.

En el juego de la venta de acreditaciones no entran solo sociedades y empresas privadas, si no que muchas universidades también participan, además de los propios colegios profesionales. Por ejemplo, el Colegio Oficial de Psicólogos recientemente ha puesto en marcha varios procesos de acreditación en el que el profesional, además de cumplir ciertos requisitos, debe pagar 120 euros. Cabe preguntarse si no es suficiente con la cuota habitual de colegiado, que no es precisamente económica. Desconozco si revisan los méritos exigidos con el mismo rigor que se hizo el caso de la gata Zoe.

Acumular titulos no se relaciona con la competencia del especialista (no mejora los resultados de la terapia, por ejemplo) y eso es algo que está estudiado. Un ejemplo de que uno puede obtener un acreditación sin que ello signifique que haya aprendido absolutamente nada lo tenemos en los cursos online. Para ilustrar este punto, hablaré de un curso de especialista universitario que estoy haciendo estas semanas. Se trata de una formación a distancia, cuyo método se basa en material de lectura y en el visionado de clases grabadas en vídeo, organizado por una universidad pública española. Pues bien, para obtener el correspondiente título hay que aprobar una serie de exámenes tipo test, uno por cada módulo. La cuestión es que para superar cada exámen hay tres oportunidades. Una vez realizado el primer intento, se obtiene una pantalla para ver cuáles son las respuestas correctas. En los siguientes intentos las preguntas son exáctamente las mismas, lo único que cambia es el orden. Por lo tanto, yo podría haber pagado el curso y dedicarme exclusivamente a responder cada exámen al azar en el primer intento; después, anotar las respuestas correctas para repetir cada prueba y obtener la máxima puntuación. Y listo, ya soy “Especialista en X” sin tener ni la más remota idea de lo que significa “X”, sin haber aprendido algo. Por supuesto, no es eso lo que estoy haciendo y todas aquellas personas que se dediquen a ver las clases y leer el material van a tener un amplio conocimiento sobre la materia (que no necesariamente competencias).

Lo mismo sucede con muchos otros cursos en los que nadie se va a encargar de comprobar que, efectivamente, te has ganado el título. Al final lo que verdaderamente cuenta, el requisito imprescindible, es que hayas pasado por caja a tiempo.

Afortunadamente, la mayoría de las psicólogas y psicólogos que buscan ampliar sus conocimientos actúan motivados por el hambre de conocimiento y no (solo) por la sed de acumular certificados y diplomas. Pero el problema sigue estando ahí, en el hecho de que no nos podemos fiar de que la impresionante colección de papeles sellados y firmados que decoran los despachos de algunas personas signifiquen realmente algo. Por eso es tan importante seguir defendiendo y luchando por un sistema de formación especializado bien regulado, en el que se evalúen competencias de forma rigurosa y que sea, en lo medida de lo posible, ajeno a los intereses económicos de empresas, sociedades, colegios, etc.

De nuevo, recomiendo la lectura del artículo de Steve Dubrow: breve, divertida y muy esclarecedora.

2 comentarios:

  1. Es bien cierto que para el título de experto piden 121€, lo que es más cierto son la gigantesca cantidad de clínicos como "transitorios/habilitados" entraron y nunca se os oye maullar acerca de los conocimientos de esos compañeros... :-) Algun@s son dulces gatitos.

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    1. Hola. Creo que no me expliqué bien. Como pongo al final, la mayoría de profesionales tratar de sacar partido, aprender y mejorar sus competencias. No hay ningún problema con aquellos que acrediten el título que sea. La crítica es a quien saca provecho de ello, en detrimento de la calidad de la formación.

      Si que ha habido (y sigue habiendo) críticas hacia los clínicos que obtuvieron la especialidad por alguna de las vías extraordinarias.

      Un saludo.

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